Los ciberdelincuentes se están volviendo más sofisticados, cambiando no solo lo que atacan, sino también cómo afectan a las organizaciones y los métodos que utilizan para vulnerar distintos sistemas de seguridad. Ahora emplean técnicas más avanzadas como el phishing dirigido (spear phishing), ransomware y ataques a la cadena de suministro. Además, se apoyan en inteligencia artificial, automatización para identificar y explotar vulnerabilidades con mayor rapidez.
Las organizaciones deben adaptarse continuamente, implementando estrategias de ciberseguridad proactivas, que incluyan análisis de riesgos, entrenamiento para empleados y el despliegue de tecnologías de detección y respuesta en tiempo real. La colaboración entre empresas y organismos gubernamentales también es clave para anticipar y mitigar amenazas emergentes.